La pareja me acompaña, no se hace cargo de mis heridas. Tampoco yo de las suyas. Nos acompañamos.
"El otro no está a nuestro lado para curar nuestras antiguas heridas,
sino para crear una nueva relación. Aceptar lo que hay de nuevo e
inesperado en el otro consiste en renunciar a curar las propias heridas
antiguas y, paradójicamente, consiste en verlas de otra forma. Si
renunciamos a ver al otro como la persona ideal, capaz de curar nuestras
antiguas heridas, podremos ver lo que él o ella hace ya por la
relación. Este revolucionario cambio en la percepción del otro hace
posible permanecer en pareja sin renunciar a la propia espontaneidad y
gozar de las ventajas de no estar solos"
Extraído de: Estar en la frontera de contacto con el otro: el reto de toda pareja, publicado en la revista Terapia Familiare nº86, 2008, pp. 55-73